Ya se acerca la Navidad y en la televisión, en la calle, en todos lados se empieza a palpar ese ambiente único. Y vuelven los anuncios de siempre, los de juguetes, que darían para escribir un libro, los de turrones, los de cava, el de la lotería, muy flojo este año, y el de Porcelanosa, como no. Pero, mira tú por donde, nos enteramos, hace cosa de un mes, que Freixenet no iba a sacar anuncio nuevo este año. Repetiría el mismo del año pasado, el del equipo de natación sincronizada y es una lástima, porque preferiría el de hace dos años, el de "la clave reserva" de Martin Scorsese.
La semana pasada Codorniu lanzó su spot para estas navidades. La idea me pareció genial: el anuncio es una recopilación de las mejores piezas publicitarias que ha hecho a lo largo de su historia. Con Queen de fondo, el espectador se sumerge en un ir y venir de imágenes antiguas, modernas, menos modernas... Y la verdad es que cuando lo ves, piensas en Freixenet y dices... pues la solución de Codorniu es buena, porque no habrá hecho Freixenet algo parecido.
Pero entonces, cuando llegas al final del anuncio, te percatas de lo que pasa... Lo que hace Codorniu no es un copiar y pegar de campañas sin más, para así tener un anuncio barato en estas fechas tan importantes para el sector del cava, no. Codorniu estrena un nuevo posicionamiento y nuevo mensaje, a mi gusto genial y ya era hora, porque llevaba unos años un poco perdido: Contagiando felicidad desde 1551. Codorniu.
Un valor claro, directo y entendible basado en el prestigio que da a la marca sus más de 450 años, que se dice pronto, de experiencia y saber hacer. Y ante esto uno se para y piensa... siempre es mejor tarde que nunca, pero no han tardado un poco en darse cuenta que su experiencia es su valor más grande.
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